En
la época porfiriana, la gente “bien” , que en aquel entonces estaban muy influenciados por los comportamientos modernos
importados de Europa, se alejó del
espiritualismo de los indios y españoles, dando un carácter banal a la fecha.
Era
costumbre de la clase adinerada, la de estrenar ropa para estos días, en
aquellos días esta empresa era todo un reto, ya que eran confeccionadas por
modistas quienes no se daban abasto en estas fechas. Así la comunión entre vivos y muertos, el día de
consagración y memoria de los finados, se había convertido en un pretexto de diversión
de la “alta sociedad” porfiriana, en una ocasión para divertirse.
Amplios
sectores de la sociedad paseaban por la Alameda el día 1ro. De noviembre; al
día siguiente visitaban los panteones en un ambiente de frivolidad.
Al
llegar la Revolución, con la popularización de las “calaveritas satíricas”
estas tradiciones fúnebres se volvieron
más del “pueblo” que aprovechaba estas fechas para burlarse de cierto modo de
la clase política y adinerada del país, esta tradición alcanzó su máximo nivel
de la mano de José Guadalupe Posada, grabador nacido en Aguascalientes en 1852.
Posadas
no solo señalo gráficamente las lacras, las miserias y los errores de la
sociedad de su época, sino que satirizaron a los políticos venales, ambiciosos
y tiránicos, por cuyo motivo fueron a dar varias veces a la cárcel.
En
sus trabajos Posada retrata a la muerte en actividades cotidianas, sin respetar
clases ni oficios; De sus trabajo el más representativo es la “La Calavera
Garbancera” ésta
elegante calavera es la representación caricaturesca de la clase privilegiada que
imperó en México a fines del siglo XIX y principios del XX, durante la
dictadura del porfiriato.
Alcanzó
y forjó su popularidad cuando el también artista mexicano Diego Rivera la retrató
junto a él y Posada en su célebre mural “Un domingo en la Alameda”. Y de ahí se
le dio el nombre de “La Catrina”. Esta palabra proviene de la palabra ‘catrín’,
sinónimo de elegante, distinguido, bien vestido, fino, sofisticado y otros
adjetivos con que el pueblo denominaba a las clases privilegiadas de esa época.
La Catrina es la compañera del Catrín y con ese garbo ha permanecido hasta nuestros
días.

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